En el Mercado Central de Budapest cuelgan ajos y pimientos en todos los puestos. La paprika es el alimento nacional, siempre presente, desparramando aroma, sabor y un suave picor amargo para no olvidar en dónde estamos. Es algo así como descubrir el alma de la ciudad.
Y mientras tanto el ajo, si señores, nos cuida y nos protege del conde Vlad. Juran que Drácula estuvo preso por aquí.
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